viernes, 28 de noviembre de 2008

LOS DOS (2) NIÑOS

Cuenta una vieja historia árabe que una vez dos niños -uno rico y el otro, pobre- volvían del mercado. El rico llevaba galletas untadas con miel, y el pobre llevaba un trozo de pan duro.

- Si haces el perro, te dejo comer de mis galletas -dijo el rico.

El niño pobre aceptó y, a cuatro patas y en medio de la calzada, se puso a comer las galletas del niño rico.

Un sabio, que contemplaba la escena, comentó:

- Si este niño pobre tuviese un poco de dignidad, al final encontraría una forma de ganar dinero. Sin embargo, prefiere convertirse en el perro del niño rico para comer sus galletas.

Mañana, cuando sea grande, hará lo mismo por un cargo público, y será capaz de traicionar a su país por una bolsa de oro.


Paulo Coelho

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Solitario en el camino


La vida es como una gran carrera en bicicleta, cuya meta es cumplir la leyenda personal –aquello que, según los antiguos alquimistas, es nuestra verdadera misión en la Tierra.

En la línea de partida estamos juntos, compartiendo camaradería y entusiasmo. Pero, a medida que la carrera se desarrolla, la alegría inicial cede lugar a los verdaderos desafíos: el cansancio, la monotonía, las dudas sobre la propia capacidad. Nos damos cuenta de que algunos amigos ya desistieron en el fondo de sus corazones; aún siguen corriendo, pero es porque no pueden parar en medio de la pista. Este grupo se va haciendo cada vez más numeroso, con todos pedaleando al lado del coche que acompañan, donde conversan entre sí y cumplen con sus obligaciones, pero olvidan las bellezas y desafíos del camino.

Nosotros terminamos por distanciarnos de ellos y entonces estamos obligados a enfrentar la soledad, las sorpresas de las curvas desconocidas, los problemas que pueda crearnos la bicicleta. En un momento dado, después de algunas caídas sin que haya nadie cerca para ayudarnos, terminamos por preguntarnos si vale la pena tanto esfuerzo.

Sí, vale. Se trata sólo de no desistir. El padre Alan Jones dice que para que nuestra alma tenga condiciones de superar esos obstáculos necesitamos cuatro fuerzas invisibles: amor, muerte, poder y tiempo.

Es necesario amar, porque somos amados por Dios.

Es necesaria la conciencia de la muerte, para entender bien la vida.

Es necesario luchar para crecer, pero nunca dejarse ilusionar por el poder que llega junto con el crecimiento, porque sabemos que él no vale nada.

Es necesario aceptar que nuestra alma, aunque sea eterna, está en este momento presa en la tela del tiempo, con sus oportunidades y limitaciones. Así, en nuestra solitaria carrera en bicicleta, tenemos que actuar como si el tiempo no existiera, hacer lo posible para valorizar cada segundo, descansar cuando sea necesario, pero continuar siempre en dirección a la luz divina, sin dejarnos afectar por los momentos de angustia.

Estas cuatro fuerzas no pueden ser tratadas como problemas a ser resueltos, ya que están fuera de cualquier control. Tenemos que aceptarlas y dejar que nos enseñen lo que necesitamos aprender.

Vivimos en un universo que es al mismo tiempo lo suficientemente gigantesco como para rodearnos y lo bastante pequeño como para caber en nuestro corazón. En el alma del hombre está el alma del mundo, el silencio de la sabiduría. Mientras pedaleamos en dirección a nuestra meta, es siempre importante preguntar: “¿Qué hay de bueno en el día de hoy?��? El sol puede estar brillando, pero si la lluvia estuviera cayendo, es importante recordar que eso también significa que las nubes negras se habrán disuelto en breve. Las nubes se disuelven, pero el sol permanece inmutable y no pasa nunca. En los momentos de soledad es importante recordar eso.

Finalmente, cuando las cosas llegan a ponerse muy duras, no podemos olvidar que todo el mundo ya pasó por eso, independientemente de raza, color, situación social, creencias o cultura. Una hermosa plegaria del maestro sufí Dhu’I-Nun (egipcio, fallecido el año 861 a. C.) resume bien la actitud positiva necesaria en estos momentos:

“Oh, Dios, cuando escucho las voces de los animales, el ruido de los árboles, el murmullo de las aguas, el gorjeo de los pájaros, el zumbido del viento o el estruendo del trueno, percibo en todos ellos el testimonio de tu unidad; siento que tú eres el supremo poder, la omnisciencia, la suprema sabiduría, la suprema justicia.

“Oh, Dios, te reconozco en las pruebas que estoy pasando. Permite, Oh, Dios, que tu satisfacción sea mi satisfacción. Que yo sea tu alegría, aquella alegría que un padre siente por un hijo. Y que yo me acuerde de ti con tranquilidad y determinación, incluso cuando resulte difícil decir te amo?

Paulo Coelho

martes, 25 de noviembre de 2008

CERRANDO PUERTAS

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.

¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, ¿La relación se acabó? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente "revolcándote" en los por qués, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros.

Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente.

El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú. Suelta el resentimiento. El prender "tu televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarte mentalmente, envenenarte, y amargarte.

La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.

Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.

Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.

Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate.

Hay muchas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!

Paulo Coelho

lunes, 24 de noviembre de 2008

TE AMO

Te amo
Te amo de una manera inexplicable.
De una forma inconfesable.
De un modo contradictorio.
Te amo
Con mis estados de ánimo que son muchos,
y cambian de humor continuamente.
Por lo que ya sabes,
El tiempo.
La vida.
La muerte.

Te amo
con el mundo que no entiendo.
Con la gente que no comprende.
Con la ambivalencia de mi alma.
Con la incoherencia de mis actos,
Con la fatalidad del destino.
Con la conspiración del deseo.
Con la ambigüedad de los hechos.
Aún cuando te digo que no te amo, te amo.
Hasta cuando te engaño, no te engaño.
En el fondo, llevo a cabo un plan,
para amarte... mejor.
Pues, aunque no lo creas, mi piel
extraña enormemente
la ausencia de tu piel.

Te amo.
Sin reflexionar, inconscientemente,
irresponsablemente,
espontáneamente,
involuntariamente,
por instinto,
por impulso,
irracionalmente.
En efecto no tengo argumentos lógicos,
ni siquiera improvisados
para fundamentar este amor que siento por ti,
que surgió misteriosamente de la nada,
que no ha resuelto mágicamente nada,
y que milagrosamente, de a poco, con poco y nada
ha mejorado lo peor de mi.

Te amo.
Te amo con un cuerpo que no piensa,
con un corazón que no razona,
con una cabeza que no coordina.
Te amo
incomprensiblemente.
Sin preguntarme, por qué te amo.
Sin importarme por qué te amo.
Sin cuestionarme por qué te amo.
Te amo
sencillamente porque te amo.
Yo mismo no se por qué te amo.

EN CONSTRUCCION

en breve empezaré a subir articulos....espero que me acompañen en este desafio!