martes, 9 de diciembre de 2008

Amor bifásico

Quienes aman o hayan amado posiblemente también conozcan los sinsabores de ese tan preciado sentimiento. ¿Es posible que haya amor sin desamor?

Por: Por Analía Sánchez

Hace algunos días en una charla de amigas surgió el tema cuando María, de 33 años y recién separada, afirmaba no tener más ganas de arriesgar en el amor.

"Basta, hasta acá llegué. ¿De qué sirve enamorarte si después todo se termina? Yo ya no sufro más", le decía al resto con una angustia que le entrecortaba las palabras (sin exagerar).

Y aunque el resto la retaba y justificaba su desazón post separación diciendo que era normal su pensamiento "hasta que se le volviera a cruzar alguien que le interesara en su camino", Laura -otra de las presentes, de novia desde hace algunos meses- arremetió confesando que sus miedos no la dejaban disfrutar a pleno de su relación.

"Si estoy muy feliz, siento que eso en algún momento va a tener un fin. Mi psicóloga me dice que ahuyente ese tipo de ideas porque -de una u otra forma- voy a trabajar inconscientemente para que se cumplan", lloriqueaba.

¿Por qué si el amor implica tanto miedo a sufrir, nos seguimos arriesgando? Es simple: amar y ser amada/o puede ser algo increíblemente maravilloso. Cuando pensamos en el amor correspondido y en el enamoramiento, lo primero que se nos viene a la cabeza es una situación idílica, de total felicidad.

Es por eso que para muchos, el deseo de amar y que nos amen es uno de los principales en nuestras vidas. Estar en una relación estable y tener a alguien especial en quien pensar o que nos piense, es una de las sensaciones más fortificantes que todo ser humano puede experimentar.

Una persona enamorada seguramente tendrá mejor humor y sembrará alegría a donde quiera que vaya. Pero, lamentablemente, es éste sólo el lado bueno de la luna. Sólo una cara de la moneda. Si ánimos de desilusionar al lector enamorado, cierto es que el amor también cuenta con una cara oscura y muy dolorosa: el desamor.

Toda esa energía que da lo bueno de este sentimiento se traduce en un inmenso dolor, inseguridad, incertidumbre y sufrimiento cuando en una pareja hay un quiebre, crisis o separación. Los que aman o hayan amado bien lo saben. Es casi imposible vivir un lado de esta historia sin experimentar, al menos por un momento de nuestras vidas, el otro.

La naturaleza del amor hace que quien lo vive – ciertas veces- tenga que atravesar su cara y su cruz. Y no está mal que eso ocurra, seguramente nos hará fuertes y dejará aprendizajes que si sabemos capitalizar, bien podrán servirnos para experiencias futuras. Si fuera por uno, claro que sólo elegiríamos el lado bueno, el del placer, pero nada que se viva intensamente excluye un riesgo. Y es ahí, que quienes jugamos este juego a corazón abierto, nos exponemos a sus complicaciones que también pueden incluir hastío y desilusión.

Pero es real que si miramos hacia nuestros lados, por más ex (en plural) y recaídas que existan en nuestro haber, insistimos en su búsqueda. Es que sin dudas, vale más amar y desamar que no haber amado nunca jamás. Para vos, ¿el amor incluye riesgo y dolor? ¿Creés que el desamor hace que valores más el placer?

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