jueves, 29 de enero de 2009

+ La libertad +

Cuando pienso en la palabra libertad, creo que me puedo referir a poder elegir lo que quiero hacer, pensar, sentir, expresar... Mi libertad es poder decidir que me pongo cada mañana en el vestirme, sin que nadie me juzgue. Mi libertad es poder decir lo que pienso aunque no sea el mismo que piensas tú. Mi libertad es poder amar a quien yo elija. Pero ¿hasta dónde llega la libertad de cada uno? Yo creo que la libertad termina en el respeto del otro.

No puedo hablar con libertad si a ti te duele, no puedo elegir algo que a ti te haga daño, no puedo vivir mi vida con libertad si a ti te molesta. Tengo que respetarlo y por eso, me has de respetar tú a mí también y entre los dos, poder convivir entre nosotros. Libertad es estar de acuerdo. Ser capaz de ponerse en el lugar del otro. Y también es sentirse bien con uno mismo.

Demostrar libremente como eres: tu música, tu ropa, tu forma de expresarte, tus amigos... Si no eres capaz de demostrar quién eres, no eres libre. Hoy creamos una sociedad que, aunque parece lo contrario, cada vez es menos libre. Estamos atados al móvil, a las hipotecas, al dinero y, sobre todo, al tiempo. Y la libertad no es coger el coche para llegar antes, sino poder elegir si voy caminando.

La libertad no es trabajar todo el año para 15 días de vacaciones. La libertad no es estar mirando el reloj para ver si llega a tiempo. Es poder elegir, soñar, hacer planes, tener opinión y poder decirlo en fuerte. Por tanto, podríamos pensar que nadie tiene la libertad absoluta, sobre todo porque siempre debemos pensar en el otro.


* Autora: Maribel Picó Más (España)

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