martes, 18 de agosto de 2009

+ Gracias por la oportunidad de vivir +

Hace tres años, me encontraba en una etapa de la vida, en la que creí que era común en personas de mi edad (47 años) fumar, beber alcohol, mal pasarse en cuestiones de comidas, en fin, a punto estuve según la doctora de la empresa para la cual trabajo, de tener un infarto, ya que padecía de ácido úrico, triglicéridos y colesterol alto entre otras enfermedades.

Eso fue el detonante para que pensara y decidiera hacer algo por mí mismo, ¿qué era? No encontraba que, ya que mi pensar negativo me hacía creer que no tenía tiempo para ninguna actividad que no fuera trabajar y beber en los pocos ratos que tenía libres.

Pero un buen día de agosto de hace tres años decidí reducir el consumo de bebidas alcohólicas, la cantidad de cigarros que fumaba, levantarme no a las 6:00 AM que era mi hora habitual,¡sino a las 4:30 AM! Y salir a hacer ejercicio, de inicio andaba en bicicleta, luego empecé a trotar, después nadaba, hasta que logré ya correr a un paso más constante, esta última actividad es la que actualmente practico.

He corrido varias carreras de 10, 21 y 42 Km. De inicio me inscribía con algunos compañeros de trabajo, en este 2009 lo he hecho sólo, cabe señalar que al principio, lo hacía sólo por salud, me costaba demasiado levantarme temprano, ponerme los tenis y salir a correr, ahora además de por salud, lo hago por gusto.

Entreno casi diario, no soy el más veloz ni siquiera de mi categoría de veterano, pero este pasatiempo es el que me ha ayudado a controlar el estrés y a recuperar la autoestima que sin darme cuenta estaba perdiendo con mis malos hábitos. El hecho de estar en una carrera me infunde una vitalidad que creí haber perdido hace 15 años.

Ahí la competencia, es con uno mismo, con sus propios tiempos, pienso que el 99 % de los participantes no vamos por ganar los primeros lugares, sino más bien por el hecho de retarnos nosotros mismos, de mejorar nuestros tiempos, el 1 % restante claro, va por el pódium porque a eso se dedican.

Cada carrera es distinta, no importa que sean 10, 20 ó 42 kilómetros, es increíble y motivante ver en la línea de salida los rostros y actitudes de cada competidor, algunos se encuentran concentrados, otros platican de sus hazañas o vivencias en eventos pasados, otros ejercitan sus músculos y no falta quien con desparpajo comente que el día anterior se fue de farra y este desvelado que “a ver como le hace, el chiste es sacar la cruda”.

Por fin, el momento esperado, el disparo de salida, sacar la adrenalina y a correr de acuerdo con el entrenamiento que se haya tenido.

En el maratón Rover (México-Cuernavaca), después de haber corrido cerca de 30 kilómetros, con calambres en las piernas y las rodillas raspadas a consecuencia de tremenda caída, miro hacía el cielo e increíblemente los dolores desaparecen, muchos pasajes de mi vida pasaron por mi mente, fue como una carga de batería que me hizo llegar al objetivo de los 42 kilómetros en el estadio Centenario de Cuernavaca.

A mí en lo personal, en ocasiones, me sucede que llega un momento en que cuerpo y mente trabajan en armonía, no hay dolor, el cansancio no se siente, las piernas responden a la perfección, el corazón late correctamente de acuerdo con el esfuerzo realizado, y avanzas, avanzas y avanzas no sé cuánto tiempo pero es muy gratificante, de repente se ve lo último, realizas el esfuerzo final corres a lo que tus piernas dan y llegas a la meta.

Al cruzar la línea final siento que me quiero mucho más, el reconocimiento del público es increíble, te aplauden igual si llegas caminando, trotando o a todo lo que das, la gente reconoce el esfuerzo de todos los participantes no importa la categoría, al final lo menos que cuenta es que tengas 15 u 85 años, seas hombre o mujer, ingeniero, doctor o albañil, ahí todos fuimos ganadores.

Todo ha concluido, ahora de regreso a casa a consentir a la familia aunque llegues todo agotado por el esfuerzo realizado, pero no importa ya estamos pensando en la próxima carrera (por lo menos en mi caso), el Maratón Internacional de la Ciudad de México, para el cual la meta del pasado domingo, no es más que el inicio para la preparación de este.

Por todo lo anterior y por más, Dios, gracias por la oportunidad de vivir...


* Autor: Héctor Mendoza (México) *

1 comentario:

Anónimo dijo...

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